3- Júpiter e Ío. Corregio; siglo XVI. Kunsthistorisches Museum (Viena)
A Ío se la representa mientras Júpiter, en forma de nube, la seduce. También se la suele representar en forma de ternera, animal en el que fue transformada por el dios para esconder su culpa a su mujer Juno.
Júpiter, se enamora de Ío, sacerdotisa de la ciudad de Argos, hija de Ínaco, río de la Argólida, y la seduce transformándose en una nube. Juno, sospechando de la insólita nube en pleno día, va en busca del marido, quien, para que su esposa no sospechara nada, transforma a la muchacha en una espléndida ternera. Comprendiendo el engaño, Juno pide al dios que se la regale y confía Ío a Argos, el guardián de los cien ojos, que sólo dormía cerrando cincuenta, para que la vigile. Pero Júpiter, compadecido de la suerte de Ío, pide a Mercurio que la libere. El mensajero de los dioses logra dormir a Argos con el dulce sonido de su flauta y lo mata. Al enterarse Juno, recogió los cien ojos y los puso en la cola del pavo real, como recuerdo de su atroz asesinato y en venganza envía un horrible tábano para que atormente a la muchacha, la cual desesperada, huye por todo el mundo. La falsa ternera estuvo errando durante varios meses por toda Grecia huyendo de las picaduras del tábano. Tras cruzar el Bósforo (o “paso de la vaca”). Ío tomó entonces rumbo a Egipto donde recuperó su forma humana y dio a luz a Épafo.
En el arte, Ío se representa mientras Júpiter en forma de nube la seduce o bien con el aspecto de ternera. En algunas escenas aparece también Juno mientras pide a Júpiter que le entregue al animal o en el momento en que Ío es entregada a Argos.
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