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sábado, 21 de febrero de 2009

Vestidos - Encuentro Grecolatino

Hola chic@s, preparando el Encuentro Grecolatino, que como ya sabéis se celebra el 5 de marzo, se me ha ocurrido que os podrían venir bien estas imágenes para que hagáis vuestros propios trajes. La mayoría son de chica, ya lo sé, pero también somos mayoría las mujeres, jejeje. Ya sabéis, pinchad sobre la imagen para hacerla más grande.




Apolo persiguiendo a Dafne

18 - Apolo persiguiendo a Dafne. Cornelio de Vos; siglo XVI. Museo del Prado (Madrid)



A Dafne, ninfa amada de Apolo, se la suele representar en el instante en que se está cumpliendo su transformación en la planta del laurel.

Después de la muerte del monstruo Pitón, Apolo encuentra a Amor ocupado en la construcción de su arco. Orgulloso y ensoberbecido por la empresa realizada, Apolo se burla del dios sugiriéndole que abandone el tiro con arco, disciplina más propia de sí mismo, infalible cazador, que del muchacho alado. En respuesta, Amor lanza contra Dafne, hija del dios fluvial Peneo, una de las flechas de plomo, que provocan el rechazo en quien es herido, mientras golpea a Apolo con una flecha de oro, que infunde el sentimiento amoroso en quien la recibe. Inmediatamente el dios sintió una violenta pasión por la hermosa ninfa y ella, lejos de corresponder a sus ternuras, huyó rápidamente y se ocultó de sus miradas. Enamorado de la muchacha, el dios la sigue incesantemente, hasta que ella invoca la ayuda del padre. De improviso, cuando Apolo estaba ya a punto de alcanzarla, la ninfa se convierte en laurel. Apolo sólo pudo estrechar entre sus brazos un tronco inanimado. De modo que Apolo, desesperado, decide que, puesto que la muchacha no podrá nunca ser su esposa, el laurel le sea consagrado. A Dafne se la representa generalmente mientras huye con los brazos alzados, que se están transformando en las ramas del árbol. Apolo, a veces con la corona de laurel sobre la cabeza, la sigue o la aferra. Dafne puede ser retratada también mientras implora a su padre Peneo.
Apolo es reconocible por la aureola que rodea su rostro que le representa como el dios de la luz, identificado con
Helios-Sol. Otro de sus atributos es el arco y las flechas que aquí lleva en el carcaj colgado del torso. La figura de Dafne extiende los brazos para escapar del dios y sus manos ya se están convirtiendo en ramas de laurel. Del pie que apoya en la tierra está saliendo una raíz. La línea diagonal está claramente marcada desde el brazo derecho de Dafne hasta la pierna izquierda de Apolo y observamos también un marcado claroscuro.

Fuente de las Cuatro Estaciones o de Apolo

17 - Fuente de las Cuatro estaciones o de Apolo. Ventura Rodríguez; siglo XVIII. Paseo del Prado - Madrid –


Habitualmente representado como joven de rara belleza, con la cabeza ceñida de luz, Apolo guía el carro del Sol, que atraviesa el cielo cada día arrastrado por cuatro caballos. El arco, la flecha, la aljaba, la lira y el laurel son los principales atributos del dios.

Apolo, hijo de Júpiter y Latona, hermano gemelo de diana, es una de las doce divinidades olímpicas. Es el dios del sol y de la belleza, del orden moral, de los oráculos y profecías, así como de la música y la poesía. Todavía niño mató a la serpiente Pitón que devastaba la región en las cercanías de Delfos. El lugar se convirtió así en sede del santuario y del culto de Apolo, donde el dios comunica los oráculos a los dioses y a los hombres.
Apolo puede ser belicoso y funesto, provocando pestilencias y muertes repentinas. Es el dios que durante la guerra de Troya propagó la peste en el campamento griego. Pero, además de peligroso, también ayuda a los seres humanos y, como padre de Esculapio, dios de la medicina, aleja el mal. En fin, Apolo es el inventor de la música y alegra a los dioses con su cítara durante los convites. Como guía del coro de las Musas se le llama Musagete.
A Apolo se le representa generalmente desnudo, con una corona de laurel en torno a la cabeza. En calidad de músico viste una larga túnica y toca la lira. A veces acompaña a Apolo un curioso monstruo de tres cabezas (de perro, de lobo y de león) con cuerpo de serpiente, figura mítica que proviene del círculo del dios egipcio Serapis, que los mitógrafos renacentistas atribuían al dios Sol.

Juno y Argos

16 - Juno y Argos. Rubens; siglos XVI – XVII. Museo Wallraf-Richartz - Colonia-


Juno, violenta y vengativa, mujer de Júpiter, se suele representar con una diadema y un cetro, para indicar su posición de reina del Olimpo. Es la más importante de todas la divinidades olímpica femeninas, mujer y hermana de Júpiter, protectora del matrimonio y de los partos. Generalmente se representa a Argos dormido con apariencia de pastor con muchos ojos, apoyado en una roca o acostado junto a un árbol.

La tradición no se pone de acuerdo respecto al padre de Argos, considerado hijo de Agenor, Arestor o Ínaco. También se le llama Panoptes, el que todo lo ve, o Argos de los muchos ojos. La figura de Argos se recuerda principalmente en el ámbito de la historia que tiene por protagonista a Io, hija del dios fluvial Ínaco, amada por Júpiter y transformada por el dios en novilla para librarla de la ira de su mujer Juno. Dándose cuenta del engaño, la reina de los dioses pide a su marido que le regale la novilla y confía el animal a la custodia de Argos, quien, dotado de numerosos ojos, puede al mismo tiempo dormir y vigilar, haciéndoles reposar por turnos. Preocupado por la suerte de la amada, Júpiter solicita la ayuda de Mercurio, quien consigue dormir completamente a Argos con el sonido de su flauta y entonces lo mata.
Según otras versiones del mito, el dios duerme a Argos con su varilla divina (caduceo) y luego lo abate, golpeándole con una piedra. Para honrar a su servidor, Juno coloca sus ojos en la cola del pavo real, animal consagrado a la diosa.
Argos se representa mientras, observado por Mercurio, vigila a Io o mientras se adormece al sonido de la flauta; los pintores lo retratan a veces muerto, mientras Juno coloca sus ojos en la cola de los pavos reales con ayuda de amorcillos.
En el cuadro, las manchas coloradas en la cola de los pavos reales son los ojos de Argos que Juno ha colocado en la cola de los animales consagrados a ella en memoria del guardián de los cien ojos, encargado de custodiar a Io y al que Mercurio mata. El arco iris, entre el cielo y la tierra, es el atributo de Iris, mensajera de los dioses y al servicio de Juno, representada en el momento de arrancar los ojos de la cabeza de Argos. El pavo real es uno de los símbolos de Juno, aquí representada en el momento de tomar los ojos de Argos para colocarlos en la cola de los pavos reales. Argos yace exánime en tierra.

Mercurio



15 - Mercurio. Rubens; siglos XVI – XVII. Museo del Prado - Madrid –

Representado como un joven atlético, el mensajero de los dioses lleva un gorro alado, llamado petaso, calzado alado y empuña el caduceo. Comúnmente se le considera mensajero de los dioses, pero es también el dios protector del comercio y de los viajeros.

Mercurio, hijo de Júpiter y Maya, y una de las doce divinidades principales del Olimpo, fue un muchacho extraordinariamente precoz. Apenas nacido, se liberó de las fajaduras y robó los bueyes de Admeto, custodiados por Apolo. A continuación, el dios Sol cedió los animales a Mercurio a cambio de la lira que el astuto muchacho había construido con la concha de una tortuga. Por ese episodio se atribuye a Apolo la imagen de dios de la música. Júpiter, sorprendido por la energía de Mercurio, lo nombró mensajero de los dioses. En los relatos míticos, en efecto, el dios aparece sobre todo como quien lleva los mensajes a los dioses y a los hombres. Se le representa generalmente como un joven atlético; sus atributos son el calzado alado, que le permite desplazarse rápidamente, y el gorro alado, llamado petaso. Además blande el caduceo, una vara con dos serpientes enroscadas, a veces remontado con alas, que tiene el poder de inducir al sueño. Desde el punto de vista alegórico Mercurio personifica las cualidades del educador: la razón y la elocuencia. Bajo ese aspecto, se le representa mientras educa a Amor.

Fuente de Neptuno

14 - Fuente de Neptuno. Ventura Rodríguez; siglo XVIII. Plaza de Neptuno - Madrid –


Neptuno, con apariencia de viejo, barbudo y con largos cabellos, se suele representar en el acto de empuñar el tridente, arrastrado por caballos y delfines sobre el carro.

Neptuno, dios del mar, una de las doce divinidades del Olimpo, es hijo de Saturno y Rea, y hermano de Júpiter. Además tiene la facultad de desencadenar violentas tempestades y también de aplacarlas. Los marineros invocan su protección para asegurarse una navegación tranquila y privada de peligros. La tradición atribuye al dios numerosos amores de los que nacen frecuentemente divinidades maléficas. En algunos relatos míticos, por ejemplo, Medusa se une a Neptuno generando el famoso caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor. La consorte oficial del dios es Anfítrite, la nereida que en un primer momento huye, pero luego se convierte en su esposa. Al dios del mar se le suele representar con larga barba y cabellos abundantes, en el acto de empuñar el tridente, con puntas a veces ganchudas. Su carro, en forma de concha casi siempre, es arrastrado por delfines y caballos de mar o hipocampos. A veces se le representa a lomos de un delfín. Frecuentemente su imagen se asocia a la de Anfítrite en el llamado Triunfo de Neptuno; Anfítrite, junto al dios, cabalga sobre un delfín o se sienta sobre una concha arrastrada por animales marinos, mientras el dios del mar yace en su carro. Generalmente Neptuno y Anfítrite están acompañados de un cortejo de divinidades marinas, los tritones y las nereidas.

Las Hilanderas o la fábula de Aracne


13 - Las hilanderas o la fábula de Aracne. Velázquez; siglos XVI – XVII. Museo del Prado (Madrid)


Famosa tejedora, a Aracne se la representa habitualmente sentada en el telar mientras la diosa Minerva, con armadura, la observa trabajar. A veces la joven, en pie con el brazo extendido, muestra orgullosa su obra o bien se la representa con la telaraña entre las manos.

Una de las atribuciones de la diosa Atenea es la de vigilar algunas actividades domésticas, sobre todo el hilado y el tejido. Es famoso el episodio en que la diosa transforma en araña a Aracne, la hilandera que se atrevió a desafiarla.
Aracne, una joven de Lidia, hija de un famoso teñidor de púrpura, Idmón de Colofón, era tan hábil en el arte del tejido que incluso las ninfas se acercaban a observarla mientras trabaja. Engreída, Aracne se declaró superior a la misma Minerva y desafió a la diosa, protectora de todas las artes, incluida la de fabricar tejidos.
Adoptando la apariencia de una vieja, Minerva intentó primeramente inducir a Aracne a que se excusase por su descaro, pero la joven no desistió y hasta se obstinó en su insolencia. De modo que Minerva se descubrió y aceptó el desafió. Sin intimidarse, Aracne comenzó a tejer su tela en la que representaba los amores de los dioses: Europa arrebatada por Júpiter transformado en toro; Asteria forcejeando contra el mismo dios metamorfoseado en águila; Leda, de la que aquél se hacía amar tomando la forma de cisne; Alcmene, a la que engañaba usurpando los rasgos de Anfitrión; Dánae y la lluvia de oro; Egina y la llama viva; Mnemósine y el pastor. Sin embargo a la diosa no le agradó el tema representado y, furiosa, hizo jirones la tela y golpeó a Aracne con la lanzadera. Entonces la muchacha, abrumada por la ira de la diosa, intentó ahorcarse desesperada, pero Minerva, compadecida de la joven, la sostuvo en los aires para que no acabara de estrangularse y la transformó en araña. Bajo esta nueva forma, Aracne conserva aún su pasión por hilar y tejer la tela. De hecho, los antiguos creían que la araña –en griego aráchne- producía la tela tejiéndola.

domingo, 1 de febrero de 2009

El Nacimiento de Atenea

12 - Nacimiento de Atenea. Cerámica griega; siglo VI. Museo del Louvre (París)


Diosa de la sabiduria, a Atenea se la representa vestida de guerrera, armada de yelmo, escudo y coraza; el animal consagrado a la diosa es la lechuza, símbolo de la sabiduría.

Atenea, la diosa guerrera, es una de las divinidades más importantes del Olimpo. Hija de Zeus, vino al mundo de un modo muy singular. Zeus, que sufría muchos dolores de cabeza, ordenó a Hefesto, el dios del fuego, que le abriese el cráneo de un hachazo, y de él salió Atenea armada de pies a cabeza, doncella ya de veinte años. Fue admitida en el consejo de los dioses y gozó en él de grandes prerrogativas. Tenía, como Zeus, el privilegio de disponer del rayo según le apeteciera; concedía el espíritu profético, prolongaba la vida de los mortales y les deparaba, después de su muerte, venturosas bienandanzas. Todas sus promesas eran puntualmente realizadas.
Diosa sabia y sagaz, huye de la pasión del amor. Inicialmente considerada diosa de la guerra, asume a continuación el papel de protectora de las ciencias y las artes. Después de haber ayudado a Perseo a matar a Medusa, Atenea recibió del héroe como regalo la cabeza del horrible monstruo, que colocó sobre su égida. Después la cabeza de la gorgona aparecerá en su escudo. Como diosa guerrera, Atenea combate para mantener el orden y las leyes, y por eso se la opone a Ares, dios de la guerra brutal y violenta. Se la representa generalmente como una muchacha armada con yelmo, lanza y escudo. A veces aparece una lechuza, animal consagrado a la diosa y símbolo de la sabiduría.

Venus y Marte


11 - Venus y Marte. Boticelli; siglo XV. National Gallery (Londres)



En la obra de Boticcelli a Venus se la representa como una joven esposa vestida elegantemente, según los cánones de la época renacentista. La imagen de Venus contrapuesta a la de Marte alude al poder del amor que vence a la violencia y la guerra. El yelmo sobre la cabeza del niño sátiro es uno de los símbolos de Marte, adormecido bajo la mirada de Venus. La armadura de la que asoma el pequeño sátiro es uno de los atributos de Marte, dios de la guerra.

El mito atribuye a la diosa del amor, Venus, esposa de Vulcano, dios del fuego, numerosos amores. Marte, dios de la guerra, fue sorprendido en su compañía gracias a la trampa tendida por Vulcano, motivo de general hilaridad durante los banquetes divinos. Homero cuenta cómo, de madrugada, los dos amantes fueron sorprendidos por el Sol, que fue a contar la aventura a Vulcano. Éste preparó secretamente una trampa: se trataba de una red mágica, que sólo él podía accionar. Una noche en que los dos amantes se hallaban en el lecho de Venus, Vulcano cerró la red sobre ellos y llamó a todos los dioses del Olimpo. El espectáculo produjo en todos gran regocijo. A ruegos de Neptuno, Vulcano consintió en retirar la red, y la diosa escapó avergonzada, hacia Chipre, mientras Marte se dirigió a Tracia. De los amores de Venus y Marte nacieron Cupido, Deimo, Fobo y Harmonía. El tema del amor de Venus y Marte ha tenido notable fortuna en la iconografía. Frecuentemente se representa a los dos amantes mientras yacen juntos o en el momento de ser sorprendidos por Vulcano. Con ellos suele aparecer la figura de Amor, al que se considera hijo suyo.

Marte

10 - Marte. Velázquez; siglos XVI – XVII. Museo del Prado (Madrid)


Al dios de la guerra se le suele representar como un joven o un hombre de aspecto viril. Sus atributos son el yelmo y el escudo, a veces la coraza. En la iconografía tradicional, una lanza, una espada o una alabarda.

Marte es una de las doce divinidades del Olimpo, hijo de Júpiter y de Juno. El carácter agresivo y violento de Marte, dios de la guerra, lo convierte en motivo de envidia de todos los dioses, incluso de sus padres. La mayor parte de los mitos en que aparece el dios se relacionan con combates. Sin embargo, Marte no vence siempre y frecuentemente se le contrapone la proverbial sabiduría de Minerva. En el Renacimiento, la imagen de las dos divinidades, representadas juntas, se convirtió en alegoría de la sabiduría, la virtud, que sirviéndose de sus propias armas para mantener la paz, vence sobre la violencia destructiva de la guerra. Marte es también, según el mito, el padre de Rómulo y Remo, junto con la vestal Rea Silvia.
Marte no tiene una tipología iconográfica constante: puede ser representado con aspecto juvenil o como un hombre maduro de aspecto viril. Suele cubrirse la cabeza con un yelmo y lleva un escudo y una lanza o una espada. Junto a Marte se puede ver un lobo, animal que le ha sido consagrado.

El Nacimiento de Venus

9 - El nacimiento de Venus. Boticelli; siglo XV. Galería de los Ufizzi (Florencia)


Los atributos más corrientes de Venus, normalmente representada medio desnuda, son la rosa, el mirto y la manzana; la diosa puede estar acompañada de los animales que forman su séquito: la paloma, el gorrión, conejos y cisnes.

Cuenta Hesíodo que la diosa Venus era hija de Urano y había nacido en el mar. Urano, el primer señor del mundo, odia a los hijos que va engendrando en su madre la Tierra y los oculta en los abismos de ésta, por lo que la Tierra incita a sus hijos contra su padre. Saturno, el menor, ayuda a su madre, que le entrega una hoz dentada que ella misma ha fabricado con la que le corta a su padre los órganos genitales. A continuación Saturno arroja al mar los genitales de su padre después de matarlo y junto a ellos se forma una blanca espuma, sobre la que emerge una joven, la diosa Venus. Luego, Venus fue llevada por la brisa marina a las orillas de la isla de Citera y después a Chipre; ambas islas se convirtieron en los dos principales centros de culto de la divinidad.
En el cuadro, la figura con el manto celeste es Céfiro, el viento de la primavera que lleva a Venus hacia la isla. La muchacha alada que le acompaña podría ser Aura, la brisa. La doncella que ofrece el manto a Venus se identifica con una de las Gracias o una de las Horas. La postura de Venus remite a la antigua figura de la Venus Púdica, de la que es ejemplo la Venus Capitolina.